𝐏𝐄𝐀𝐂𝐄.
Es extraño cómo aunque haya personas que realmente no les importe no gustar a otras, siempre intentamos encajar en las ideas de otros. Como si estuviéramos pasando algún tipo de entrevista o casting en el que los requerimientos decidan si seguiremos estando ahí dentro de unos minutos, o segundos.
Por ese motivo nos da tanta tranquilidad el saber que podemos ser nosotros mismos con alguien, sin que nos juzguen o califiquen los gestos y acciones que realicemos. Cómo, a su vez, siempre juzgamos ciertas acciones en otros sin darnos cuenta, marcando lo que está “bien” o “mal”, lo que muy en el fondo creemos que esa persona debe cambiar, debe modificar. Solo por el hecho de que nosotros no lo hagamos o creamos que sea correcto. Por pura cultura o personalidad.
Hay una gran cantidad de personas que opinan que no encajan en este mundo simplemente porque no han encontrado su forma de pensar o vivir en alguien más. Marginados que creen que esa situación nunca terminará. Cuando, quizá, al otro lado del mundo o en la casa de al lado se encuentre con una persona exactamente igual. Pero el saber que tantas personas les han juzgado ya en una manera negativa hace que se queden callados e intenten encajar en lo establecido, en lo que es “correcto”. 𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝘩𝑎𝑦𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑛𝑜 𝑙𝑒𝑠 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑒 𝑛𝑜 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑗𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑖𝑑𝑒𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠.